domingo, 21 de junio de 2015

La tonalidad no es un estilo


Muchas veces se habla de "musica tonal" como de algo que se conociera muy bien, como si fuese un tema muy dominado y todos fuésemos grandes maestros de la tonalidad... me refiero a esa sensación que transmiten ciertas personas de que lo "tonal" es algo superado, un estilo compositivo obsoleto que se usaba en el tiempo de Beethoven, pero que ahora no tendría sentido. Siempre me he preguntado, aunque no era consciente de la pregunta, qué entienden estos compositores por música tonal, porque lo desconozco.


Pienso que se refieren a un tipo de música contenido en tratados de armonía, como el de Rimsky-Korsakov. Lo tonal sería componer según un tratado de armonía de Rimsky-Korsakov. Entonces caigo en la cuenta de que estamos hablando cosas sin sentido, y soy incapaz de creerlo.


Este asombro me ha tenido absorto varios años. No he podido concebir cómo personas educadas, formadas, talentosas, que tienen una activa vida musical, pueden pensar de esta forma debido a que la tonalidad, como lo he entendido siempre, no es un estilo: la tonalidad es un conjunto de principios, o más bien, un conjunto de observaciones sobre la música y sobre el sonido en general.


El estilo tonal, en cambio, el estilo barroco, clásico-romántico, es más bien un conjunto de postulados estéticos que incluyen un tipo de instrumentación, de armonía, de RITMO (muy importante), que podemos resumir en cierto respeto a la conducción de voces por terceras, por sextas paralelas, evitando las quintas paralelas, los saltos de tritono, los acordes sin su tercera, o que todas las voces suban o bajen a la vez, postulados o reglas que son totalmente arbitrarias y que siempre has podido saltarte cuando quieras.


No podría imaginar un compositor del siglo XIX siguiendo al pie de la letra todos estos preceptos, pero al parecer así ocurría y la prueba es que la dodecafonía se rebeló contra la tonalidad y la trastornó, convirtiéndola en atonalidad. Es decir que los vanguardistas dodecafónicos, al parecer, confundieron la tonalidad con el estilo tonal, y se rebelaron contra este estilo y de paso contra la tonalidad misma matando dos pájaros de un tiro, economizando revoluciones (lo que sería muy acertado porque desde entonces no ha habido ninguna).


En suma: un absurdo porque la tonalidad, como se concibe, es una fantasía que jamás ha tenido lugar. La rebelión contra un manual de armonía del S. XIX que debió quedar en una trifulca de patio escolar y no convertirse en la revuelta más grande de la música.


Nunca he podido aceptar el atonalismo porque, en realidad, nunca he podido aceptar la idea de tonalidad que el atonalismo ha querido venderme. No puedo creerla porque me parece de un simplismo demasiado grande y porque no te puedes rebelar contra algo que nunca ha estado en tu contra.